por Judit López Balagué
“Acero Puro” es la nueva película protagonizada por el actor Hugh Jackman, mundialmente conocido por su papel de Lobezno, y dirigida por Shawn Levy (“Just married”, “Date night” etc).
Estamos en el año 2020 y el entretenimiento ha cambiado un poco, ahora ya no son los humanos los que luchan en el ring, sino que han estado sustituidos por robots, porque, tal y como nos cuenta el protagonista, llegó un momento que la gente quería más sangre, más brutalidad, más miembros desmembrados, pero los cuerpos humanos no les daban lo que querían, por eso se acabaron sustituyendo por máquinas.
En esta película Hugh Jackman encarna al ex boxeador Charlie Keaton, un personaje un poco bala perdida, bastante inmaduro e incapaz de solucionar sus problemas por si solo. Por eso, cuando su ex novia muere y tiene que encargarse de su hijo Max de 11 años, ve como su vida da un giro radical.
En este nuevo mundo, parece que Charlie no acaba de encontrar su lugar, intenta seguir boxeando con los robots que fabrica con chatarra en combates de segunda fila, aunque ni eso consigue hacer bien. Cuando su hijo Max aparece en su vida, se ve obligado a trabajar con él, un niño que a su corta edad, demuestra tener más valor y más ingenio que todos los adultos con los que se encuentra. Los dos juntos lograrán lo impensable y puede que lleguen a triunfar, ¿cómo? Esa respuesta sólo la encontraréis viendo la película.
“Hasta que no estás en la lona, no se acaba el combate”
Desde mi humilde opinión sólo queda decir que esta película me ha encantado. Al principio, llegas a odiar al personaje que encarna Hugh Jackman, porque cuando lo ves con su hijo no sabes quién de los dos es realmente el niño. Sin embargo, a medida que transcurre la película vas viendo como el reencuentro con su hijo le ayuda a madurar (¡ya era hora!). Puede que la película sea un poco sentimentalista, pero después de ver tanta fuerza bruta, alguna escena que te haga caer la lagrimilla se agradece. Viendo esta película el tiempo se me pasó volando, además que sales con una energía, que de golpe te dan ganas de apuntarte al gimnasio a aprender boxeo, pero tranquilos, a la mañana siguiente los instintos asesinos desaparecen.
Para terminar, os dejo con la reflexión que me inspiró la película y que puede resumir un poco el sentimiento que esta te inspira:
“Hasta un niño de 11 años puede darnos una buena lección y demostrarnos que el valor no es cosa de la edad. A veces, nosotros mismos somos los que nos imponemos las limitaciones y siempre es bueno tener a alguien al lado que nos dé un empujón y nos ayude a salir al ring a enfrentarnos con nuestros temores. Siempre es bueno darnos cuenta de que no estamos solos.”
Os dejo con el trailer para que podáis tener un adelanto:
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