Lars (Ryan Gosling) es un chico introvertido e increíblemente tímido que vive en una pequeño pueblo junto a su hermano (Paul Schneider) y su cuñada (Emily Mortimer). Un día para sorpresa de todos éste lleva a casa a Bianca, la chica de sus sueños. El problema es que Bianca no es real, sino una muñeca de plástico a tamaño natural que el propio Lars ha encargado por internet y a quién trata como si fuese una persona de carne y hueso. Movidos por la compasión y el cariño que sienten por Lars, todo el pueblo acabará apoyando y participando en la fantasía del joven.
A pesar de que contiene similitudes con ‘Tamaño Natural’ (1974) de Luis García Berlanga, Craig Gillespie deja a un lado temas libidinosos para dar protagonismo a un hombre solitario que se abre al mundo a través de la convivencia con una plastificada mujer; una relación que parte del respeto y el amor, dejando de lado el deseo sexual. De forma terapéutica y a pesar de ser un objeto inanimado, Bianca será útil para llenar esos vacíos emocionales con los que Lars ha convivido desde pequeño, pero además le ayudará a conocer a los de alrededor y conocerse a si mismo, mientras impulsa a los habitantes del pueblo a comunicarse y entender a Lars.
"Una increíble y conmovedora historia de amor entre un solitario oficinista y su jueguetona y ardiente muñeca inflable"
Ryan Gosling con su majestuosa y conmovedora interpretación se mete por completo en la piel del ermitaño Lars y nos demuestra que el amor no solo es ciego y no entiende de sexo, ni raza, ni color o como en este caso ni de formas, sino que su maravillosa historia de superación es a la vez una inspección psicológica sobre la soledad y la incomunicación.
Por otra parte Gillespie prefiere mostrarnos con ironía un idílico mundo donde cada persona tiene voz y voto y es aceptada por los demás sin ningún tipo de reparo, a pesar de sus defectos y excentricidades. El film, aunque pocas veces muestra el lado negativo de las relaciones humanas, es una sátira ácida de nuestra sociedad actual, pero lo más importante es palpar en nuestra propia carne- gracias a esos inteligentes diálogos y esas escenas cómico-dramáticas -esa súplica a la comprensión y aceptación de lo que es socialmente diferente.
Aunque esta pequeña gema de cine indie cuente una historia completamente inverosímil- ningún ser humano con dos dedos de frente sacaría a pasear a plena luz del día una muñeca hinchable y más insólito sería que saliese con toda la comodidad de saber que no va a ser linchado por los transeúntes- ‘Lars y un Chica de Verdad’ nos ofrece un halo de esperanza, al menos cinematográficamente hablando, y nos confiesa una verdad universal, la de que en el amor todo es posible, ya sea el acoger- dejando toda lógica a un lado- una idea estúpida por apoyar a un ser querido o el encontrar el afecto y el cariño tan necesitado por muchos en los lugares más insospechados.
Hey!
ResponderEliminarQue frikada de película. Esta relación de "amor" tan poco común me recuerda a la de Tom Hanks y su inseparable balón Wilson. Nunca un objeto inanimado fué tan merecedor de un Oscar. xD
jajaja Lo cierto es que a mí Tom Hanks me gusta y en esa película no lo hacía tan mal, aunque lo prefiero en las comedias ochenteras. El caso es que el balón le hacía sombra por completo. XDD
ResponderEliminarHola, me encanta tu reflexión sobre esta peli, creo que has resumido muy bien la esencia los personajes y sus sentimientos.
ResponderEliminarLa verdad es que soy fan de Ryan Gosling y me gusta tanto como actúa que consigue que olvide lo atractivo que es. ;)
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