miércoles, 9 de septiembre de 2009

The Spirit

Basada en los libros ilustrados de Will Eisner y con el inconfundible sello de Frank Miller (“Sin City”, “300”), “The Spirit” nos adentra en las tétricas callejuelas de Central City, la ciudad del crimen por excelencia, y que es vigilada por un hombre enmascarado que vela por el bienestar de sus ciudadanos y que acaba sobrepasando las leyes de la naturaleza para convertirse en el vigilante de la ciudad, en su espíritu.

Denny Colt (Gabriel Macht), uno de los policías con más futuro de Central City, es asesinado a balazo limpio por un gangster. Tiempo después regresa del más allá como Spirit, un héroe callejero que se tiene que enfrentar al criminal más temido y peligroso, Octopus (Samuel L. Jackson), antes de que lleve a cabo su misión: conseguir la inmortalidad y convertirse en un Dios mientras intenta destruir la ciudad. Por el camino Spirit tendrá que verse las caras con otras enemigas como la ladrona de guante blanco Sand Saref (Eva Mendes) o la seductora Silken (Scarlett Johansson), la aliada de Octopus.

Tomando prestadas la estética oscurista de “Sin City” y gracias a las últimas tecnologías digitales y combinándolo todo con la esencia de los films noir de los años cincuenta, Miller consigue introducir de lleno al espectador en las estrechas calles infestadas por el crimen de Central City y haciéndole sentir por el camino como un ciudadano más dentro del decadente colectivo amenazado por el extravagante Octopus. Como ya ocurría en Sin City, la película cuenta con numerosas escenas que pasarán al recuerdo por su belleza y originalidad visual gracias a que Miller juega con tonos oscuros y los combina sutilmente con pinceladas coloradas que simbolizan el estado de ánimo de los personajes. Como ejemplos: Spirit vigilando la tétrica ciudad desde lo alto de un edificio y ataviado con su corbata roja; la ciudad es todo para el protagonista y él es su corazón, su espectro protector; o los tonos oro en el flashback a los años de juventud de Denny Colt y Sand Saref, recuerdo de una época dorada en la vida del protagonista.

A pesar de que se agradece que se utilice como influencia parte de la riqueza visual de “Sin City”, la forma de contar la historia y la poca calidad interpretativa de alguno de los actores estropea la magia de la aventura. Si “Sin City” destaca por su estética cómic y la brutalidad de los personajes que nos knockean de escena en escena, aquí Miller la pifia queriendo introducirle algo de humor y la jugada le sale por la culata ya que consigue que el espectador acabe detestando a alguno de los personajes que podrían haber dado mucho de si por la complejidad de su caracteres como es el caso de Octopus o Silken. Los villanos se quedan cortos y parecen tomárselo como cualquier malo de película de cintas para niños menores de quince.

El héroe del film tampoco es que destaque en cuanto a la forma de actuar o sorprender al público con sus superpoderes en las escenas de lucha y prefiere aparentar delante de todas las mujeres de la ciudad que se pongan delante de él en vez de demostrar lo que realmente vale. Probablemente la única que se salve y que parece que se tome la amenaza de Pulpo sea la policía novata, una mujer de armas tomar, que le acompaña y que aporta algo de gracia y verosimilitud a la trama.


A pesar de que “The Spirit” cuente con una buena historia y visualmente sea muy atractiva de ver tanto por los seductores personajes como por los desolados paisajes de Central City, la cinta no aporta mucho sobre las aventuras del superhéroe de cómic. Se echan de menos las trepidantes escenas de acción típicas del género (al menos aunque fuese en el desenlace del film) y que haya un poco más de seriedad (o llámese script para espectador adulto) en lo que se refiere al guión y como presentan la historia sus protagonistas. En definitiva, el vengador vigilante se queda en lo que se hace llamar: un espíritu que no hace más que vagar por las góticas calles de Central City en busca de un enemigo de tres al cuarto con quien verborrear por un rato y fardar delante de unas pocas necesitadas ciudadanas, un mero espectro que bien podría haberse quedado en el más allá para no hacerle gastar energías tontamente al posiblemente frustrado espectador.

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