Y por fin el verdadero rock’n’roll aterrizó en tierras madrileñas. Las grandes leyendas del heavy metal internacional, Metallica y Motörhead, hicieron temblar los cimientos de la Ciudad del Rock con su espectáculo magnético en la jornada de clausura del macrofestival Rock in Río Madrid 2010.
Cerca de 50.000 almas se aglutinaron el pasado Lunes 14 a los pies del Escenario Mundo para saciar su sed de rock duro y vibrar con los electrificantes sonidos thrash de James Hetfield y sus chicos y acabaron descendiendo hasta el infierno con las roncas y desgarradas melodías vocales del incombustible Lemmy Kilmister.
La banda madrileña Sôber fue la encargada de caldear el ambiente, que ya de por sí venía con las pilas bien cargadas, mientras los dos grandes hacían su puesta en escena. La formación liderada por los hermanos Escobedo encendió la mecha con Oxígeno, el EP de presentación de su tercer álbum de estudio. Tras un comienzo espectacular le siguieron otros éxitos como Arrepentido, Mis Cenizas o Lejos que consiguieron seducir al público por completo.
El cuarteto jugaba en casa así que tras engatusar al personal con los clásicos empezaron a destripar los sencillos nuevos de su último trabajo “De Aquí A La Eternidad” el cual recopila sus mayores éxitos y dos nuevas canciones. Con uno de sus nuevos singles, Sombras, los chicos demostraron que tras cinco años de parón siguen siendo capaces de escribir grandes melodías oscuras pero a la vez pegadizas encubiertas en una base musical muy pero que muy potente. Para acabar de enloquecer al personal se despidieron por todo lo alto con Loco y tras ésta disparos de púas y baquetas a la audiencia.
Y llegó la hora de entregarse a los padres del metal “sucio”. “¡Somos Motörhead y venimos a tocar rock and roll!” anunció con su timbre rudo Lemmy Kilmister que saltó al escenario camuflado detrás de sus ya míticas gafas de sol y ataviado con un sombrero vaquero. Tras éstas breves palabras empezaron a sonar los primeros acordes de Iron Fist y ahí el público empezó a revolucionarse.
Con una canción tras otras, los británicos dieron una sobrada lección sobre en qué consiste el verdadero rock duro demostrando a la vez que su música no es un juego para melómanos débiles. El power trio optó por repasar los grandes éxitos de sus 35 años de carrera como Metropolis, Killed By The Dead, Stay Clean o Craddle To The Grave y tras algún que otro tema del último disco, editado en 2008, como Rock Out o The Thousand Names Of God para probar que tienen cuerda para rato, hubo tiempo para apreciar los solos prodigiosos que se marcaba Phil Campbell.
Para rematar la actuación no podían faltar sus dos mayores clásicos Ace Of Spades y Overkill que ensordecieron e hicieron perder la cabeza por completo a los entregadísimos oyentes.
Y como broche de oro a Rock in Río los organizadores no podían hacerlo de otra manera que reclutando a los cuatro jinetes del thrash metal para que hiciesen honor al nombre del festival. Metallica desembarcó en la Ciudad del Rock para hacer flipar al personal con su espectáculo empapado de puro sonido metálico.
Con Ectasy of Gold la melodía de la película “El Bueno, el feo y el malo”- y no “Los 10 Mandamientos” como apuntaban en otros medios- que suele abrir todos los conciertos de los de San Francisco, aparecieron vestidos de negro riguroso y empezaron a rugir las primeras notas de Creeping Death con un James Hetfield vociferando: “Madrid, depende de ti, a cantar muy alto” y para el primer solo del maestro Kirk Hammett, todo Madrid ya había caído en el tentador show de Metallica. Seguidamente sonaron las campanas con From Whom The Bell Tolls y luego cayó Through The Never. Un parón para que el frontman agradeciese a sus fans el haber asistido esa noche y luego pegaron el bombazo con la frenética Disposable Heroes.
Acto seguido se colgaron las acústicas y se marcaron un inspiradísimo Fade To Black, pero tras ésta tocó ponerse las pilas con su último trabajo discográfico “Death Magnetic” y sacudieron a todos con That Was Just Your Life, The End Of The Line o Cyanide que vino cargada de fogonazos. Para no defraudar a los incondicionales de toda la vida regresaron atrás en el tiempo y desempolvaron One, Fight Fire With Fire, Saniarium y arrollaron con Master Of Puppets. Para los menos heavies tocaron Sad But True, dedicada a su amigo y referente Lemmy de Motörhead, Enter Sandman Nothing Else Matters del “Black Album” y entre ese variado setlist quedó tiempo para que Hammett se luciese con el wah wah y su “momificada” guitarra o tocase con su Les Paul anaranjada unos acordes arpegiados y unas melodías muy exóticas o para que Robert Trujillo sacase su lado más funky y tocase un intro de bajo con mucho groove.
Minutos más tarde llegaron los bises pero de una forma especial porque como ya viene siendo habitual los jinetes quisieron verse las caras con su público y encendieron los focos en el último tema, pero antes trallaron con su versión de Am I Evil? de los británicos Diamon Head que ya aparecía en “Garage Inc. y otro sencillo de su primer álbum “Kill ‘Em All” que viene bajo el título de Phantom Lord. El concierto iba llegando a su fin y la tradición metalera manifiesta que la banda haga estallar de delirio al personal con la brutal Seek & Destroy.
Un final apoteósico para una actuación brillante y muy salvaje. Segundos después el cuarteto volvió a aparecer en el stage para despedirse con la mano en el pecho y James aprovechó la ocasión para dedicarle unas palabras- “los fans de Metallica son los mejores del mundo”- a la afición que coreaba el nombre del grupo casi sin respiración. Muchos de los asistentes también tuvieron la suerte de hacerse con una púa o baqueta y hasta una afortunada de primera fila recibió de la mano de James su pañuelo. Como cabía de esperar los miembros de Metallica demostraron que realmente podrían lucir con orgullo esa etiqueta de legendarios destroyers del heavy metal además de que su colosal directo quedaría grabado en nuestras retinas, al menos hasta la próxima visita.
Un final apoteósico para una actuación brillante y muy salvaje. Segundos después el cuarteto volvió a aparecer en el stage para despedirse con la mano en el pecho y James aprovechó la ocasión para dedicarle unas palabras- “los fans de Metallica son los mejores del mundo”- a la afición que coreaba el nombre del grupo casi sin respiración. Muchos de los asistentes también tuvieron la suerte de hacerse con una púa o baqueta y hasta una afortunada de primera fila recibió de la mano de James su pañuelo. Como cabía de esperar los miembros de Metallica demostraron que realmente podrían lucir con orgullo esa etiqueta de legendarios destroyers del heavy metal además de que su colosal directo quedaría grabado en nuestras retinas, al menos hasta la próxima visita.
A pesar de que muchos reprochaban y con razón que en el Rock in Río de este año no se había apostado por el rock de verdad, bandas como Bon Jovi, Sôber, RATM pero sobre todo Metallica han dejado bien claro que la buena música rock nunca muere y que ésta es capaz de abrasar hasta las almas más vulnerables. Palabra!
Genial artículo Thais, una pena no haber podido ir este año a ver a los enormes Metallica. Por cierto, sólo se te ha quedado en el tintero que cuando Motörhead tocaron "Overkill" subió con ellos a tocar al escenario Andreas Kisser de Sepultura y Hail!.
ResponderEliminarInsisto, buena evidia sana que me das este año, ;)