viernes, 9 de julio de 2010

Aerosmith cruje el Palau Sant Jordi con un espectáculo demoledor




Los chicos malos de Boston más conocidos como Aerosmith hicieron estallar de emoción a más de 14.000 almas con un festival que llenó el Palau Sant Jordi de color y rock’n’roll de la vieja escuela.

Steven Tyler y su tropa regresaron a Barcelona después de más de una década sin hacer ninguna parada en nuestro país para celebrar por todo lo alto su 40 aniversario en el mundillo de la música.

Para ir abriendo boca la banda inglesa The Cribs intentó animar el ambiente con la presentación de los temas de su cuarto disco de estudio “Ignore The Ignorant”, pero los chicos de Wakefield a pesar de querer derrochar energía encima del escenario con su repertorio lleno de sonidos punk y melodías indies, dejó un sabor de boca algo amargo ya que se esperaba que los teloneros de un grupo tan legendario como Aerosmith tendrían que contar con el soporte de una banda tan cañera, tan movida y tan o más polémica como los de Boston.

Pasados 10 minutos de las 10 de la noche arrojaron en el escenario un telón con el logo de la banda y pocos segundos después se desató la locura cuando el quinteto (con la compañía de un teclista) abordó el stage marcándose un clasicazo como Love in The Elevator para seguir con un setlist arrollador que recorría toda la discografía del grupo. El carismático Tyler- el mejor de la noche sin duda- escondido tras unas gafas de sol y ataviado con un batín lila y un sombrero destapó toda la magia como el gran showman que es corriendo arriba y abajo del escenario, bailando eróticamente por encima de un altavoz de suelo o jugueteando con su micrófono y desenfundado su voz poderosa que iba mejorando con cada tema y contagiando al público que coreaba alborotádamente desde la aplastante Back in the Saddle, perteneciente al disco favorito del mismísimo Slash: “Rocks” (1976), Rag Doll, la blusera Mama Kin, uno de sus hits más comerciales: Pink que entintó el Sant Jordi con un color rosado o la pegadiza Eat The Rich con la que posteriormente Joey Kramer sorprendió al personal con una clase particular de batería sólo apta para rockeros de verdad golpeando con sus propias manos y codos, tal y como solía hacer el desaparecido y aclamado baterista John “Bonzo” Bonham de Led Zeppelin.

Para los enganchados a Aerosmith con los sencillos de sus dos últimas décadas, el grupo no defraudó y sacó a relucir sus éxitos más recientes como Jaded o la balada I Don’t Want to Miss a Thing que iluminó el estadio de teléfonos móviles en alza- atrás quedaron los clásicos mecheros- y la cual contaba con cortes en las pantallas de la película “Armageddon” (1998) donde aparecían Bruce Willis, Ben Affleck y la propia hija de Tyler, Liv.

Para los fans más acérrimos hubo momentos memorables en los que Brad Whitford y Joe “Fuckin’” Perry mostraron su vena blusera y éste último deleitó a los presentes con una colección de solos titánicos en canciones como Falling in Love (is Hard on the Knees), la potente Cryin’ o What it Takes que tocó con su BC Rich de 10 cuerdas. El guitarrista solista aunque empezó algo relajado acabó exhibiendo un auténtico espectáculo de rock’n’roll para completar el tándem perfecto con el flamante Tyler más conocidos bajo el apodo de “The Toxic Twins”. Éste incluso se puso a experimentar con su guitarra y un theramín para alucine de los presentes y acabó destrozando otras de las piezas de su armamento contra un altavoz.

Otro de los momentos clave fue cuando sonó Sweet Emotion con la introducción espectacular de Tom Hamilton- con la que le pusieron el apodo de Mr. Sweet Emotion- paseándose por la pasarela con la pequeña de las cuatro cuerdas.

También hubo tiempo para dos temas tributo. Por una parte Perry se encargó de ponerle la voz a Stop Messin’ Around de los londinenses Fleetwood Mac y por otra los asistentes viajaron más de 70 años en tiempo con la canción de Big Joe Williams Baby, Please Don't Go que dio paso a Draw The Line del LP homónimo de 1977.

Tras algo más de una hora y media de repertorio el quinteto hizo un parón y desde nuestra posición vimos tras una tela que separaba el escenario del improvisado backstage para parte del equipo de sonido a Whitford relajándose con un cigarrillo mientras escuchaba a las más de 14.000 personas congregadas coreando el nombre de la banda al otro lado.

Llegó el turno de los bises. Aerosmith es una de las grandes bandas de la historia y tiene a sus espaldas cuatro décadas de experiencia en las carreteras y escenarios de medio mundo y por eso optaron por dejar un buen sabor de boca tocando como broche de oro su single de debut que vió la luz en 1973, la apoteósica Dream On, el sencillo Walk This Way (1975), el cual les volvió a encumbrar en la cima del rock’n’roll por segunda vez en su historia allá por 1986 cuando fue regrabada con los raperos Run DMC y como colofón otra de su primer álbum “Toys in the Attic” (1975), la emotiva balada que lleva el mismo nombre que el disco. Tras ésta, el grupo se juntó y recorrió cada rincón del escenario para despedirse de su público. 

Tras las “bambalinas” y mientras se dirigían al backstage vimos al hipnótico maestro Tyler físicamente agotado- un par de acompañantes le sirvieron de apoyo al cantante, pero qué menos a sus 62 años- después de darlo todo en el escenario.


A pesar de los excesos de sexo y drogas, los problemas de salud y los accidentes o las piques personales entre los miembros de Aerosmith, los chicos malos de Boston demostraron una vez más que su música ha marcado un antes y un después en la historia del rock’n’roll, pero con su actuación en el Palau Sant Jordi además se probó que a pesar de los años el señor Tyler acompañado de ese cuarteto de músicos de primera es capaz de magnetizar a miles de personas con un sólo estallido de su voz y esperemos que lo siga haciendo por muchísimos años más. Como cantaría Tyler: Dream On!


jueves, 1 de julio de 2010

Rock in Río - Day 4: Terremoto musical: Metallica, Motörhead y Sôber sacuden la Ciudad del Rock



Y por fin el verdadero rock’n’roll aterrizó en tierras madrileñas. Las grandes leyendas del heavy metal internacional, Metallica y Motörhead, hicieron temblar los cimientos de la Ciudad del Rock con su espectáculo magnético en la jornada de clausura del macrofestival Rock in Río Madrid 2010.

Cerca de 50.000 almas se aglutinaron el pasado Lunes 14 a los pies del Escenario Mundo para saciar su sed de rock duro y vibrar con los electrificantes sonidos thrash de James Hetfield y sus chicos y acabaron descendiendo hasta el infierno con las roncas y desgarradas melodías vocales del incombustible Lemmy Kilmister.

La banda madrileña Sôber fue la encargada de caldear el ambiente, que ya de por sí venía con las pilas bien cargadas, mientras los dos grandes hacían su puesta en escena. La formación liderada por los hermanos Escobedo encendió la mecha con Oxígeno, el EP de presentación de su tercer álbum de estudio. Tras un comienzo espectacular le siguieron otros éxitos como Arrepentido, Mis Cenizas o Lejos que consiguieron seducir al público por completo.

El cuarteto jugaba en casa así que tras engatusar al personal con los clásicos empezaron a destripar los sencillos nuevos de su último trabajo “De Aquí A La Eternidad” el cual recopila sus mayores éxitos y dos nuevas canciones. Con uno de sus nuevos singles, Sombras, los chicos demostraron que tras cinco años de parón siguen siendo capaces de escribir grandes melodías oscuras pero a la vez pegadizas encubiertas en una base musical muy pero que muy potente. Para acabar de enloquecer al personal se despidieron por todo lo alto con Loco y tras ésta disparos de púas y baquetas a la audiencia.

Y llegó la hora de entregarse a los padres del metal “sucio”. “¡Somos Motörhead y venimos a tocar rock and roll!” anunció con su timbre rudo Lemmy Kilmister que saltó al escenario camuflado detrás de sus ya míticas gafas de sol y ataviado con un sombrero vaquero. Tras éstas breves palabras empezaron a sonar los primeros acordes de Iron Fist y ahí el público empezó a revolucionarse. 


Con una canción tras otras, los británicos dieron una sobrada lección sobre en qué consiste el verdadero rock duro demostrando a la vez que su música no es un juego para melómanos débiles. El power trio optó por repasar los grandes éxitos de sus 35 años de carrera como Metropolis, Killed By The Dead, Stay Clean o Craddle To The Grave y tras algún que otro tema del último disco, editado en 2008, como Rock Out o The Thousand Names Of God para probar que tienen cuerda para rato, hubo tiempo para apreciar los solos prodigiosos que se marcaba Phil Campbell. 


Para rematar la actuación no podían faltar sus dos mayores clásicos Ace Of Spades y Overkill que ensordecieron e hicieron perder la cabeza por completo a los entregadísimos oyentes.

Y como broche de oro a Rock in Río los organizadores no podían hacerlo de otra manera que reclutando a los cuatro jinetes del thrash metal para que hiciesen honor al nombre del festival. Metallica desembarcó en la Ciudad del Rock para hacer flipar al personal con su espectáculo empapado de puro sonido metálico. 


Con Ectasy of Gold la melodía de la película “El Bueno, el feo y el malo”- y no “Los 10 Mandamientos” como apuntaban en otros medios- que suele abrir todos los conciertos de los de San Francisco, aparecieron vestidos de negro riguroso y empezaron a rugir las primeras notas de Creeping Death con un James Hetfield vociferando: “Madrid, depende de ti, a cantar muy alto” y para el primer solo del maestro Kirk Hammett, todo Madrid ya había caído en el tentador show de Metallica. Seguidamente sonaron las campanas con From Whom The Bell Tolls y luego cayó Through The Never. Un parón para que el frontman agradeciese a sus fans el haber asistido esa noche y luego pegaron el bombazo con la frenética Disposable Heroes

Acto seguido se colgaron las acústicas y se marcaron un inspiradísimo Fade To Black, pero tras ésta tocó ponerse las pilas con su último trabajo discográfico “Death Magnetic” y sacudieron a todos con That Was Just Your Life, The End Of The Line o Cyanide que vino cargada de fogonazos. Para no defraudar a los incondicionales de toda la vida regresaron atrás en el tiempo y desempolvaron One, Fight Fire With Fire, Saniarium y arrollaron con Master Of Puppets. Para los menos heavies tocaron Sad But True, dedicada a su amigo y referente Lemmy de Motörhead, Enter Sandman Nothing Else Matters del “Black Album” y entre ese variado setlist quedó tiempo para que Hammett se luciese con el wah wah y su “momificada” guitarra o tocase con su Les Paul anaranjada unos acordes arpegiados y unas melodías muy exóticas o para que Robert Trujillo sacase su lado más funky y tocase un intro de bajo con mucho groove.

Minutos más tarde llegaron los bises pero de una forma especial porque como ya viene siendo habitual los jinetes quisieron verse las caras con su público y encendieron los focos en el último tema, pero antes trallaron con su versión de Am I Evil? de los británicos Diamon Head que ya aparecía en “Garage Inc. y otro sencillo de su primer álbum “Kill ‘Em All” que viene bajo el título de Phantom Lord. El concierto iba llegando a su fin y la tradición metalera manifiesta que la banda haga estallar de delirio al personal con la brutal Seek & Destroy.

Un final apoteósico para una actuación brillante y muy salvaje. Segundos después el cuarteto volvió a aparecer en el stage para despedirse con la mano en el pecho y James aprovechó la ocasión para dedicarle unas palabras- “los fans de Metallica son los mejores del mundo”- a la afición que coreaba el nombre del grupo casi sin respiración. Muchos de los asistentes también tuvieron la suerte de hacerse con una púa o baqueta y hasta una afortunada de primera fila recibió de la mano de James su pañuelo. Como cabía de esperar los miembros de Metallica demostraron que realmente podrían lucir con orgullo esa etiqueta de legendarios destroyers del heavy metal además de que su colosal directo quedaría grabado en nuestras retinas, al menos hasta la próxima visita.



A pesar de que muchos reprochaban y con razón que en el Rock in Río de este año no se había apostado por el rock de verdad, bandas como Bon Jovi, Sôber, RATM pero sobre todo Metallica han dejado bien claro que la buena música rock nunca muere y que ésta es capaz de abrasar hasta las almas más vulnerables. Palabra!